Las Plazas de Toros —muchas veces he insistido en ello— forman parte de la vida cotidiana de una ciudad, de su historia viva, igual que sus iglesias, sus teatros, sus mercados, sus calles… Por eso, es justo y oportuno recordar esa historia, aprovechando alguna efeméride significativa. Es lo que se ha hecho en el libro La Tercera cumple 50 años, al alcanzar la Plaza de San Sebastián de los Reyes, llamada «la Tercera» , medio siglo, desde su inauguración en 1961. Y se ha hecho con una pulcritud, riqueza de documentación y atractivo que no siempre se consiguen en casos semejantes. Son autores de los textos Luis Barbado, Santiago Izquierdo, Teófilo Sanz, Fernando Corella y mi buen amigo Manuel Durán; conociendo la seriedad con que él trabaja, como fotógrafo, historiador de la fotografía, documentalista y editor, no me extraña que posea esas virtudes.
Para los menos conocedores hay que recordar que en San Sebastián de los Reyes las corridas de toros van unidas a los encierros, en la Feria del Cristo de los Remedios, a fines de agosto; que, por su cercanía la capital, este coso mereció el sobrenombre de «la Tercera», que bien merecería trocarse por el de «la Segunda», desde la desaparición de Vista Alegre, la alegre «Chata» carabanchelera; y que, por la frecuencia de los festejos, llegó a ser una auténtica Plaza de temporada .
Como es sabido, la iniciativa de su construcción se debe a Eduardo San Nicolás, un personaje singularísimo, Alcalde muchos años; le acompañaron y sucedieron como empresarios, entre otros, su yerno Felipe Herrero y Luis Álvarez. Hoy, prepara con especial cuidado la Feria del aniversario el joven empresario Víctor de la Serna. Leemos aquí que la Plaza se construyó en 40 días: por eso la llamaban, humorísticamente, «del Diluvio». Se inauguró con una cartel histórico, el 27 de agosto de 1961: toros de Escudero Calvo (los futuros victorinos) para Antonio Bienvenida, Antoñete y Curro Montes. Por etapas sucesivas el libro nos va dando el resumen de los principales festejos que en ella han tenido lugar: queda claro que, con muy escasas excepciones (Luis Miguel y Ordóñez), por aquí han pasado casi todos los toreros de cierta importancia. Repasar estas páginas supone, también, un panorama de la Tauromaquia en estas décadas. Algunas figuras han tenido, en esta Plaza, una especial presencia: Antonio Bienvenida, Antoñete, Tinín, Ortega Cano, Andrés Caballero, el ganadero Victoriano del Río… No olvidemos que esta Plaza supo ganarse fama de seriedad «torista» y que esto, además de los atractivos carteles y la cercanía, atraía a muchos espectadores de la capital .
En las fotografías, cuidadosamente seleccionadas, emociona ver a figuras trágicamente desaparecidas, como El Yiyo o Paquirri; a amigos muy queridos, como Ángel Luis Bienvenida (toreando, al cumplir sus sesenta años) o Matías Prats. Muy curiosa es la presencia de personajes tan variados como doña María de las Mercedes , el general Perón, el maestro Domingo Ortega, el humorista Serafín, el payaso Eduardini… Nos divierten anécdotas tan curiosas como las corridas llamadas «del enchufe» y «del presidiario»; o la accidentada actuación de la torera Morenita de Quindío: la única, que yo recuerde, que se retrataba en el patio de caballos con su marido, vestidos de luces los dos.
Sí, ésta es una verdadera biografía: como si se tratara de una dama todavía de buen ver. Va unida a la historia de una ciudad, prestigiada por su «sentimiento de libertad e independencia». Aciertan también los autores al elegir la fotografía de la cubierta: en la arena, brindando un toro, aparece un maestro extraordinario, Antonio Bienvenida; en la barrera, contemplándolo, un auténtico «genio», Orson Welles. Difícil sería reunir a dos personajes taurinos de mayor categoría. Lo decía Ortega y Gasset: la Tauromaquia es lo que ha hecho más felices a los españoles durante cientos de años. Repasando este libro evoco las emociones que en esta Plaza sintieron tantos miles de personas… Y deseo que la Tercera siga suscitando emociones estéticas muchos años más.
Fuente ABC